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Riesgos biológicos en el trabajo agrario: protegerse también es cultivar salud

Desde UAGN, ponemos a disposición un folleto a modo de guía con las pautas imprescindibles.

En el sector agrario, la naturaleza del trabajo implica un contacto directo y constante con animales, residuos orgánicos, suelos, agua y vectores que pueden ser portadores de microorganismos perjudiciales para la salud. Estos microorganismos —bacterias, virus, hongos o parásitos— representan lo que conocemos como riesgos biológicos, una amenaza silenciosa pero real para quienes trabajan en empresas agrícolas y ganaderas. En UAGN, se ha elaborado el siguiente folleto en el que pueden encontrarse todas las pautas necesarias para evitar estos riesgos.

¿Qué son los riesgos biológicos?
Los riesgos biológicos son aquellas enfermedades o infecciones que pueden afectar al ser humano a través del contacto con organismos vivos o con sus productos. En el entorno rural, este riesgo se ve incrementado por la presencia de zoonosis: enfermedades que se transmiten de los animales a las personas, ya sea por contacto directo, inhalación de partículas contaminadas, ingestión de productos mal manipulados o por medio de insectos y vectores.

Formas de contagio más habituales
Entre los modos de transmisión más frecuentes encontramos:

  • Contacto directo con piel, heridas o mucosas contaminadas.
  • Inhalación de polvo orgánico o aerosoles con agentes patógenos.
  • Ingestión de alimentos o agua sin tratar correctamente.
  • Pinchazos, mordeduras o picaduras.

Enfermedades comunes en el medio rural
Dependiendo del tipo de ganado o especie animal, los trabajadores pueden verse expuestos a distintas enfermedades:

  • Bovino: brucelosis, tuberculosis, fiebre Q, leptospirosis.
  • Ovino/Caprino: carbunco, hidatidosis, sarna.
  • Porcino: triquinosis, cisticercosis, erisipela.
  • Aves: psitacosis, salmonelosis, alergias respiratorias.
  • Conejos: tularemia, dermatofitosis.
  • Abejas: reacciones alérgicas graves por picaduras.

Medidas clave para la prevención
Evitar el contagio es posible con la aplicación de unas medidas básicas de higiene, protección y organización:

Higiene personal

  • Lavar manos, brazos y ropa de trabajo con frecuencia.
  • No comer, beber ni fumar en zonas de trabajo.
  • Evitar tocarse ojos, boca o nariz con las manos sucias.

Equipos de protección individual (EPIs)

  • Uso de guantes impermeables, mascarillas P3, gafas, buzos y delantales.
  • Ropa de trabajo separada de la ropa personal.
  • Impregnación con repelentes en zonas con insectos o garrapatas.

Condiciones del entorno

  • Ventilación adecuada de instalaciones cerradas.
  • Limpieza y desinfección regular de herramientas, suelos y materiales.
  • Control de vectores: desratización, desinsectación y eliminación de focos de riesgo.

Prevención médica

  • Vacunación al personal si hay riesgo específico.
  • Reconocimientos médicos periódicos.
  • Actuación rápida ante heridas, mordeduras o picaduras.

La prevención también se cultiva
Una empresa saludable también es aquella que protege a las personas que trabajan en ella. Disponer de información clara, protocolos accesibles y materiales de protección adecuados es esencial para reducir el riesgo biológico.

Apostar por la seguridad es sembrar salud.

Recomendaciones clave:

  • Mantén hábitos de higiene constantes
  • Usa siempre protección adecuada
  • Notifica síntomas o heridas al responsable
  • Participa en formaciones sobre prevención
  • No minimices los riesgos: ¡protege tu salud!