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La tuberculosis bovina (Mycobacterium bovis) es una enfermedad contagiosa y persistente detectada en bóvidos desde hace 17.000 años y en humanos desde hace 9.000 años. En países europeos como el Reino Unido, Dinamarca u Holanda se declararon libres de esta enfermedad en los años 60 después de intensas campañas de saneamiento, pero algunos como Inglaterra o Francia vuelven a tener problemas en la actualidad.

En España los primeros controles se realizaron en los años 50, cuando la prevalencia en las explotaciones era del 16%, pero no se comenzó a combatir en serio hasta a partir del año 1989, cuando se puso en marcha el Programa Nacional de Erradicación de la Tuberculosis. Hoy en día, tras los esfuerzos de ganaderos y veterinarios durante 25 años de planes de saneamiento que supusieron el sacrificio de miles de vacas, Navarra mantiene un índice muy por debajo de la media estatal a pesar de en estos último años se ha detectado un repunte en prácticamente todas las Comunidad Autónomas lo es motivo de gran preocupación en todo el sector.

La tuberculosis se transmite raramente a humanos, al estar la leche sometida a tratamiento térmico antes de su consumo, pero que si supone un quebranto importante para los ganaderos y para las industrias lácteas y alimentarias que desean exportar sus productos.
Una de las conclusiones de la referida Jornada sobre la tuberculosis es que, por la experiencia de países europeos en los que se declararon libres de tuberculosis en ganado bovino en los años 60 y en los que ahora vuelve, la tuberculosis bovina se trata de una enfermedad en la que no se puede bajar la guardia…

Efectivamente, porque la bacteria está en hospedadores silvestres en el medio ambiente natural. Además, tenemos el problema de que las campañas de control y erradicación se han aplicado solo a la cabaña bovina, pero no en otras especies susceptibles a contagiarse. De esta forma, pueden quedar reservorios que provoquen un rebrote de la enfermedad. En este sentido, es muy importante actuar sobre esas bolsas que acaban volviendo a llevar la enfermedad al ganado bovino, y que pueden ser tanto fauna silvestre (jabalíes, ciervos), como doméstica (ganado ovino y caprino), además de obviamente el propio ganado vacuno infectado. No se puede bajar la guardia. Se puede bajar la intensidad del control, pero hoy por hoy, no se puede prescindir de un sistema de monitorización de la tuberculosis. Hay países como Francia que han reducido la vigilancia a los mataderos, para detectar lesiones y si se detectan, se va hacia atrás, por trazabilidad, hasta la explotación de origen.

En la actualidad las ganaderías en intensivo tienen un riesgo mucho menor, al no tener contacto con reservorios silvestres, pero las bacterias pueden llegar por otras vías, por lo que hay que mantener las medidas de bioseguridad. Las normas elementales son controlar la entrada de animales de fuera de la explotación, para que esté libre de tuberculosis. Y en la propia explotación, impedir que entren animales silvestres, fundamentalmente el jabalí, que es la especie que en nuestro medio es el reservorio más importante. Pero también se está viendo que el tejón en determinadas circunstancias u otras especies domésticas pueden tener capacidad de infección.

Es cierto que las explotaciones de vacuno intensivas tienen prevalencias mucho más bajas de tuberculosis, y se puede declarar casi erradicada. Pero si hay riesgo de contacto tanto directo como indirecto debemos ser cuidadosos. Por ejemplo, evitar que el jabalí coma en los silos de maíz o de hierba, o no ensilar y no darle al ganado en verde maíz que haya sido comido por el jabalí.

Además, es fundamental controlar el acceso al agua de los animales que están en pastoreo porque marca la mayor prevalencia de la enfermedad. En muchos pastos de Navarra el agua solo está en charcas y en sitios donde al final acaban concentrándose vacas pero también animales silvestres.
Por eso es muy recomendable utilizar bebederos propios para el ganado porque el agua es vehículo de enfermedades como la tuberculosis. Además, al tratarse de una enfermedad que afecta sobre todo al sistema respiratorio, ha habido la creencia de que tenía que haber un contacto directo, pero no es así. Los patógenos del animal infectado se expulsan por la respiración, por la saliva y por las heces, y cuando una vaca entra en contacto con esas bacterias que se han depositado en el agua, en el suelo o en los alimentos existe riesgo de contagio. Es decir, la tuberculosis en este momento se propaga al ganado vacuno fundamentalmente por contagio indirecto.

Los animales afectados no tienen lesiones visibles, y por lo tanto el aislamiento es muy difícil, pero las lesiones pueden estar ocultas y no tienen por que estar en los sitios en los que se buscan normalmente. En este sentido, algunos experimentos recientes con animales infectados experimentalmente y que solo tienen lesiones en los ganglios linfáticos del aparato digestivo, y eso normalmente no se mira cuando se está analizando en el matadero.
Por lo tanto, habría que realizar un análisis exhaustivo en todos los órganos y tejidos del animal para estar seguro de que un animal está libre de la bacteria de tuberculosis, pero eso no se puede hacer en inspecciones de matadero rutinarias. Por eso, probablemente los falsos positivos no sean tan falsos, sino que son positivos que no podemos confirmar con los medios de los que disponemos en este momento.

Una de las conclusiones unánimes extraídas de la Jornada es que la tuberculosis debe abordarse por todos los actores implicados (Administración, ganaderos, cazadores, conservacionistas, científicos..) de manera conjunta, abarcando a todas las especies animales implicadas, domésticas y silvestres. Sin duda, la tuberculosis es uno de los principales retos con que se enfrenta el sector ganadero estatal y europeo.

La situación de la tuberculosis varía por grandes zonas: regiones insulares prácticamente libres, norte y este con prevalencia relativamente baja (es el caso de Navarra) y sureste con alta prevalencia coincidiendo con áreas de mayor densidad de fauna silvestre y con fuerte presencia de otros hospedadores domésticos infectados; pero es de destacar la amenaza real para nuestra Comunidad foral del fuerte el incremento de la población de jabalíes en todo su territorio.

Aunque sea una obviedad, hay que señalar que el ganado bovino es el principal reservorio de tuberculosis y que en ausencia de saneamiento – por ejemplo, en países sin programa de erradicación- el ganado bovino mantiene la enfermedad sin participación de otras especies en su ciclo. En España, la prevalencia de la tuberculosis es mayor en sistemas de explotación de difícil saneamiento, como es la lidia, seguida de explotaciones de vacas nodrizas en extensivo y finalmente las explotaciones lecheras, con mejor bioseguridad y animales más accesibles y manejables.