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Ganadería, un bien necesario

El pasado viernes el Parlamento Europeo aprobaba que productos vegetales pueden comercializarse con el término de hamburguesa, escalope o salchicha. En los medios de comunicación se trataba la noticia como un logro para las empresas y consumidores veganos. Cada uno es libre de elegir y defender su forma de alimentarse. Lo respeto totalmente, faltaría más. Lo que me preocupa es el fondo de la cuestión. Parece que el objetivo de los veganos es sustituir los alimentos de origen animal por otros alimentos, vegetales o sintéticos, basándose en una serie de argumentos que no comparto en absoluto.

Entre los alimentos sintéticos más destacados se encuentran la mal llamada “leche sintética”, la “carne sintética” o los “huevos sintéticos”. Digo mal llamados porque creo que no se le puede llamar leche a una bebida creada con la biotecnología, por muy parecida que sea. Todos sabemos que la leche es una sustancia líquida que producen las glándulas mamarias de los mamíferos para alimentar a sus crías. Por lo tanto, llamemos a las cosas por su nombre, la leche es leche. Que denominen a la bebida sintética de otra manera ahora que esta tan de moda inventar nuevas palabras, porque no quiero contribuir a ensuciar y despreciar el trabajo y esfuerzo diario de miles de ganaderas/os, auténticos productores de leche, carne, huevos...

Esta corriente, en su afán de erradicar los alimentos de origen animal, se escuda en el maltrato animal que supuestamente ejercemos las ganaderías. ¡Nada más lejos de la realidad! Habrá casos aislados de maltrato animal. ¡Yo mismo los denuncio! También hay mala praxis en otros ámbitos de la vida, pero no se puede ni se debe generalizar.

Entiendo que haya colectivos o asociaciones preocupadas y ocupadas en el buen trato a los animales. Lo cual es de agradecer. Gracias a todas las personas que han hecho una gran labor a este respecto se ha avanzado enormemente en las legislaciones que actualmente rigen el bienestar animal. Y de ello, nos alegramos y beneficiamos todos. Las exigencias a cumplir en materia de bienestar animal, reguladas por la Unión Europea, son cada vez mayores, con sus correspondientes inspecciones.

Pello Sarratea Sanzberro, joven ganadero de porcino, equino y vacuno de carne

Quizás para algunas personas es curioso o difícil de entender pero para mí, mi profesión de ganadero es una vocación y la amo profundamente. Siento y sentía desde niño que el amor compartido con los animales es mutuo. Por eso, la inmensa mayoría de los ganaderos velamos por el bienestar animal porque no podríamos hacerlo de otra manera. Cuidar y sentir que nuestros animales están bien nos llena el corazón y da sentido a muchas horas de esfuerzos y entrega física y emocional.

Si además, quisiéramos analizarlo sólo desde un punto de vista financiero he de decir que si una vaca, una oveja, una yegua o cualquier animal es maltratado, su productividad baja a niveles mínimos, por no decir nulos. Por lo tanto, una vez más, los mayores interesados en cuidar y mimar al máximo nuestro ganado para que produzcan alimentos de calidad de una manera eficiente y rentable somos nosotros mismos. Por otro lado, varios artículos defienden el hipotético beneficio que supondría consumir estos alimentos sintéticos en detrimento de la leche o de la carne de verdad, supuestamente por la alta emisión de gases de efecto invernadero en la producción de estas últimas. Del efecto invernadero de coches, aviones, fábricas o macrourbes para humanos y sus mascotas mejor no hablar. Pues bien, no hay más que ver como descendio drásticamente la contaminación del planeta cuando la mayoría de las actividades economicas pararon a causa de la pandemia, mientras la agricultura y la ganadería seguían al pie del cañón.

Además, hay zonas como pueden ser las montañas donde el único aprovechamiento de los recursos naturales, siempre con total respeto y de manera sostenible, es en base al pastoreo del ganado, convirtiéndose en sumideros de carbono. No hay que olvidar que el pastoreo del ganado es la mejor herramienta para mantener limpios los montes y así evitar incendios forestales. Se trata de ecosistemas donde ganadería y entorno están en equilibrio, se benefician mutua y sosteniblemente.

Por último, me gustaría añadir que el metano que emiten las vacas es un gas natural y no es cosa de ahora. Me imagino que a estas personas que defienden terminar con la ganadería por reducir la emisión de metano no se les ocurrirá alimentarse de castañas, puerros o legumbres como alubias y garbanzos, por que al menos en mí aparato digestivo desatan la tormenta perfecta.

Pello Sarratea Sanzberro, joven ganadero de porcino, equino y vacuno de carne