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15/08/2021“En el sector agrario, para poder obtener rentabilidad cuando te instalas, tienes que invertir mucho y arriesgar”
Marta Mayora y Jesús Antonio Blasco, de 38 y 34 años respectivamente, han creado la empresa de venta directa de Espárrago de Navarra “Finca La Guindalera”, en Los Arcos.
Marta Mayora, ingeniera técnico agrícola, se instaló como joven agricultora en la convocatoria de ayudas a Primera Instalación en 2019, en plena pandemia de coronavirus. Aunque vivió hasta los 20 años en Pamplona y sus padres no son agricultores, proviene de familia agraria. “He estado siete años trabajando como ingeniera en la empresa de maquinaria industrial para alimentación H.J.M. Marrodan, en Lodosa, diseñando líneas de alimentación, y posteriormente otros siete años en el Centro Tecnológico L’Urederra de Los Arcos, donde hacíamos proyectos de I+D. Mi marido proviene de familia de agricultores y continuó con la tradición familiar. Teníamos muchas ideas y proyectos y llegamos a un punto en el que o nos instalábamos los dos como agricultores o no era viable, por organización familiar y conciliación…”, nos cuenta. Este joven matrimonio con dos hijos de 6 y 2 años inició el proyecto conjunto como una manera de conciliar, “porque trabajar yo fuera de casa y mi marido en la agricultura era muy complicado”, explica Mayora.
De familia tradicionalmente agrícola, su marido, Jesús Antonio Blasco, lleva instalado como joven agricultor en el sector agrario desde el año 2016. Cursó un grado superior de informática y estuvo trabajando en una empresa como informático durante 6 años, hasta que en 2014 se jubiló su padre e inició el relevo generacional.
“Me decidí y seguí con el negocio familiar, pero siempre he estado trabajando en el campo y he ayudado en casa”. Marta Mayora explica como ella le animó a continuar con la tradición familiar porque era su vocación: “Jesús trabajaba en una empresa y en sus horas libres ayudaba a su padre. Pero el trabajo en el campo no puede ser un hobby”.
Grandes inversiones y mucha gestión administrativa
Jesús Antonio Blasco nos relata como cuando se instaló tenía claro que no podía quedarse con la maquinaria antigua de su padre y para ello tuvo que efectuar unas inversiones muy importantes. “Por ejemplo, tuvimos que reconvertir los olivos para poder mecanizar la recogida con paraguas, porque son olivos milenarios, y así evitar tener que contratar mano de obra, porque si no para nosotros no era rentable. La dificultad en el sector agrario es que para poder obtener rentabilidad tienes que invertir mucho y arriesgar muchísimo y en ese punto es en el que estamos ahora. Antes, con 400 robadas de cereal, una viña y 5 o 6 robadas de espárragos vivíamos perfectamente una familia de seis miembros. Sin embargo, ahora, con eso no te llega ni para pagar la seguridad social. Hoy en día, para vivir igual, tienes que tener el triple de explotación”, denuncia.
Ambos coinciden en la dificultad que tienen para dirigir toda la gestión administrativa de su explotación. “Por un lado creo que desde la Administración sí se potencia la instalación de jóvenes en el campo, pero, por otro lado, se requiere de demasiada documentación que debemos gestionar y el día a día resulta muy complicado”.
De hecho esta fue la razón principal por la que Mayora tomó la decisión de instalarse en el agro: “Mi marido estaba todo el día trabajando en el campo y a las diez de la noche se sentaba en el ordenador para llevar a cabo las gestiones administrativas, pago de facturas, cuadernos de campo…
Fue entonces cuando nos empezamos a plantear que entre los dos podíamos gestionar todo. Trabajar en el sector agrario, no es solo conducir el tractor, todo lo que hay detrás es mucho trabajo. Aunque siempre vamos de la mano de UAGN, y el trabajo y asesoramiento que hacen los técnicos es ejemplar, a mí me gusta, siempre que me sea posible, preparar nuestras propias memorias, documentaciones, etc. Por ejemplo, para poder vender el espárrago en fresco y las latas con nuestra propia etiqueta comercial, hemos tenido que gestionar mucho papeleo, el cual es posible hacerlo porque tengo la formación adecuada”, detalla Marta Mayora.
“Los jóvenes no somos conscientes de que somos empresarios de un sector esencial y la ciudadanía cada vez nos apoya más, y así nos lo demostraron en la manifestación, a la gente le parecía bien que saliéramos a la calle. Por eso diría a la población que consuma productos de la tierra, directamente a los propios productores, que así ayudan a los jóvenes a que nos quedemos en los pueblos y trabajemos en la agricultura”, matiza Jesús Antonio Blasco.
El sueño de vender con su propia marca
Estos jóvenes agricultores tienen dos fincas de 6 hectáreas de espárrago en el marco de la IGP Espárrago de Navarra. “Nuestro objetivo es poder vender a través de venta directa todo el espárrago que producimos y este ha sido el primer año que lo hemos cumplido con la marca “Finca La Guindalera”, nombre del término municipal donde está la esparraguera”, explica Marta Mayora.
Relatan que han sido unos meses de mucho esfuerzo, “pero teniendo la posibilidad de venderlo nosotros directamente, era la única manera de conseguir un margen de rentabilidad, ya que tenemos muchos gastos de producción, inversión en la plantación, plásticos, abonos, tratamientos, además de pagar a los temporeros. Con el trabajo y las inversiones que hay detrás del espárrago se debería de pagar más, se trata de un producto de venta diaria de mucha calidad”.
Venden el espárrago fresco y las latas de conserva en su propia nave de Los Arcos, a 4 €/kg de espárrago fresco de primera y a 2 €/kg de fresco de segunda. Son precios marcados por el propio mercado local de la zona, pero que con los gastos que hay por detrás, cada año el margen de beneficio se va acortando más. “Este año haber conseguido crear nuestra empresa ha sido un sueño. Elegir el nombre de nuestra marca; venir a la nave y tener mucha gente esperando para comprar nuestro producto; que nos llamen para decirnos lo bueno que es el espárrago… este tipo de cosas nos enorgullecen y nos dan fuerzas para seguir trabajando. Vendemos a los vecinos del pueblo, a tiendas y restauración de la zona, pero también enviamos producto a País Vasco, Madrid o Barcelona, y lo agradecieron mucho cuando no nos podíamos desplazar por la pandemia. Estamos muy satisfechos con lo que estamos consiguiendo”, expresan agradecidos.
“La venta directa requiere mucho trabajo, ofrecer un buen servicio y una buena atención es importante. Abríamos todos los días de la semana para vender el espárrago fresco diario, de 9 a 13 horas, pero estábamos en activo todo el día, por si alguien necesitaba venir más tarde a por el espárrago, o atender el teléfono, etc.”.
Han contratado a 4 temporeros y no han tenido a penas dificultades con las gestiones en tiempos de pandemia. “UAGN impartió una charla con todas las medidas de prevención, las declaraciones responsables, pcr, todo ha sido muy rápido”.
Planificación en las fechas de las convocatorias
Estos jóvenes acaban de presentar un plan de inversión para acondicionar su nave, para arreglar el suelo y aislar su cubierta, ya que la compra de la propia nave, no la pudieron incluir en ninguna convocatoria de ayudas. “Nos salió la oportunidad de comprar la nave en diciembre de 2020, pero no pudimos incluirla en la convocatoria de ayudas a primera instalación y lo lógico hubiera sido que la nave, aunque la compramos en diciembre, nos hubieran dejado incluirla. El Departamento tiene que entender que no es posible hacer las inversiones, las plantaciones, todo a la vez y en las fechas que marca administración en un calendario, porque el campo no funciona así”, denuncian.
Mayora tiene, además de esparragueras, dos plantaciones de almendros, una con 150 árboles y otra de 600, olivos y cereal. “Nuestras expectativas están en el espárrago, pero creemos que los árboles frutales tienen mucho futuro. Nuestra intención es dar salida a los almendrucos a través de la venta directa”.
Puedes verla en este vídeo.