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Salirse de madre

A continuación se muestra la carta completa de David Navarro, agricultor de Tudela y vocal de la Junta Permanente de UAGN, que salió publicada en Diario de Navarra de forma resumida.

Salirse de madre o desmadrarse es una expresión coloquial que tiene su origen en el desbordamiento de los ríos. Éstos, cuando salen de su cauce principal, también denominado “madre”, ocupan terrenos causando inundaciones. Esto es lo que ha sucedido estos días en Navarra y otras comunidades vecinas que comparten el denominado tramo medio del Ebro. Miles de hectáreas e infraestructuras afectadas y un gran daño económico y personal son el balance esta última avenida.

Las inundaciones han sido históricas por la cantidad de hectáreas anegadas y la cota alcanzada por el Ebro y sus afluentes, principalmente el Arga. La altura que ha alcanzado el río Ebro es la más alta desde que existen datos de manera continua. El aforo de Castejón es de los más importantes de la cuenca y disponemos de datos de caudal y altura desde el año 1948. En esta ocasión, la altura alcanzada ha sido 7,95, la mayor en estos 73 años. Sin embargo, el caudal parece situarse a poco más de 2.500 metros cúbicos por segundo, aunque algunas estimaciones lo sitúan en torno a 2.700. Este caudal es importante pero relativamente moderado para otros caudales que se han medido desde mediados del siglo pasado. La riada más caudalosa se considera la producida en la nochevieja del año 1960 donde se estiman unos 4950 m3/s. Hay unas 7 riadas por encima de los 3000 m3/s y pueden ser entre una docena y casi veinte las riadas superiores en caudal a la que hemos padecido.

Por mucho que haya llovido en algunos puntos concretos, ha sido un caudal importante pero no tan extraordinario. La propia Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) cifra en 2672 m3/s una riada “probable” cada cinco años. Y una riada de 3047 m3/s  tiene una tasa de retorno de 10 años. Lo más sorprendente es la altura alcanzada y por lo tanto la cantidad de zonas anegadas. Aún más llamativo es como las tres riadas de mayor altura son las tres últimas, que se sitúan en los últimos 6 años. Y cómo observando la tabla de riadas más caudalosas y comparándola con la tabla de riadas de mayor cota de altura se observa como en este siglo XXI cada vez se alcanzan mayores cotas con menos caudal, lo cual, es especialmente llamativo porque ahora contamos con una red de embalses que consiguen regular las riadas mucho mejor que hace 73 años. Esto es debido a que el cauce de los ríos está en peores condiciones. Hace años que no se realiza ninguna labor de mantenimiento. No se extraen gravas u otros sedimentos, no se retiran troncos muertos y en general cualquier labor de limpieza. Los dragados parecen un sacrilegio sea de forma puntual o general para la CHE. Ni se plantea su uso. Los esfuerzos de este organismo se destinan a cosas como modificar el lenguaje puesto que no les gusta la palabra “limpieza” empleada en el caso de los ríos.

Con la inundación de agua, hemos tenido una inundación de políticos “saliéndose de madre” como el propio río. Nos han dicho cosas como que solamente limpiando el río no solucionamos estos problemas. Cuando no se ha limpiado nada en aproximadamente dos décadas. También nos dicen que mantener el cauce del río es una “actividad destructiva”. Suponemos que el parlamentario que lo dijo, conocerá que muchos de los ríos navegables europeos se dragan a menudo para garantizar su navegabilidad. Es el caso del Rhin, el Danubio o el Sena que deben estar bien destruidos a la espera de que este miembro de nuestro Parlamento Foral acuda a estos países a poner orden. En una línea similar se expresaba otro parlamentario hablando de “ataque a la biodiversidad”, basándose en los criterios de la CHE y mencionando los dragados solamente en casos puntuales e insistiendo mucho que fuesen puntos concretos. Evidentemente, son puntos concretos y consisten en todos aquellos en donde se acumulen sedimentos que resten sección al cauce y velocidad al agua. Lo que parece que no sabe este parlamentario es que la palabra dragado va camino de ser tabú en los propios documentos de nuestra Confederación Hidrográfica del Ebro.

Hace unos meses se presentó el último plan de Gestión de Riesgo de Inundaciones, al cual, UAGN presentó alegaciones por su clara ineficacia para gestionarlas. Entre lo más destacable de este plan, hay que señalar que en más de 3.000 páginas de documentos no aparece la palabra “dragado”. No sabemos si el dogmatismo impide siquiera mencionarlo en un plan destinado a durar 6 años. Así que este parlamentario no debe preocuparse por si son en puntos concretos o no, directamente ni se menciona.

Pero no sólo nuestros políticos se han desmadrado, también una serie de expertos que están sistemáticamente en contra de las medidas estructurales. Generalmente se clasifican de medidas estructurales a aquellas que tienen que ver con las infraestructuras como son los embalses, las motas o el mantenimiento de cauces. Y se consideran no estructurales, las que tratan los planes de emergencia, la ordenación del territorio o la cultura del riesgo. Desde UAGN, apostamos por utilizar ambos tipos de medidas para una mejor gestión de los ríos. Pero en algunos medios de comunicación, hemos escuchado a expertos decir que que “dragar los ríos dura diez minutos” por lo que suponemos que los ríos navegables que citábamos antes, deben dragarse cada cinco. Incluso se permiten comparar el estar a favor de extraer gravas en los ríos con “creer que la Tierra es plana”. No estaría de más recordar que un cauce, para trasladar agua, depende de su sección y de la velocidad del agua y ésta última depende del coeficiente de rozamiento. Todos estos factores se ven muy perjudicados por el estado del cauce en muchas zonas donde los sedimentos impiden que el río pueda “evacuar” los caudales que hacía antaño. De todas formas, si alguien no está de acuerdo con nuestros razonamientos, no hace falta que nos insulte. Y en esta misma línea, en las redes sociales, algunas personas con más fiereza que la propia avenida de un río trasladan la culpa de las inundaciones a todos los afectados. La culpa es nuestra por estar ahí. Incluso les trasladan características humanas a los ríos que por lo visto recuperan tierras que son suyas y se rebelan. Esto estaría bien que nos explicasen, hasta donde habría que separarse o mover los municipios. Algunos desmanes se han cometido en lo urbanístico pero el resto de zonas afectadas son zonas que han convivido con el río y que ahora tienen una inundación histórica cada tres años.

La guinda de este pastel lo ha puesto Ecologistas en Acción de la Ribera que sin haberse retirado todavía el agua de los campos, propone la retirada de dos motas porque según afirman son las causantes de las inundaciones de Tudela e inciden negativamente en el puente del Ebro. Todo esto lo proponen sin tener la más mínima consideración a la tremenda pérdida para los propietarios de estas tierras, pequeños hortelanos, agricultores y ciudadanos con huertos de recreo. Tampoco han considerado los documentos históricos sobre la existencia de defensas y su importancia para mantener el río dentro de su cauce para que no ocupe la carretera dirección a Pamplona. Tampoco han considerado la escasa capacidad de laminar la riada de esas dos zonas y ni siquiera se han planteado que las inundaciones se ven afectadas por la presa del Canal de Tauste y la presa de Pignatelli, que son las que marcan la altura del agua y afectan a la capa freática.

Es una pena la facilidad con la que algunos dan soluciones simplemente porque suenan a ecológicas. Como decíamos antes, apostamos porque se gestionen los ríos de una manera integral conjugando todas las medidas disponibles. Desde hace años, se vienen descuidando las estructurales y no manteniendo los cauces. Hay que explicar que un río encauzado no es lo mismo que el “Amazonas”. Si queremos que un río circule por un cauce concreto sin que pueda variar, pasando por las infraestructuras humanas como los puentes, es absolutamente necesario mantener ese cauce. Y por supuesto que el mantenimiento no es eterno y exige un trabajo anual igual que se debería hacer con los bosques. Las actuaciones humanas no destruyen un supuesto equilibrio idílico ni la presencia humana es mala per se. Concretamente la actividad del sector primario es la más compatible con la dinámica de los ríos y los asentamientos humanos han convivido históricamente con los mismos.

Centrándonos en el gestor de la cuenca, la Confederación Hidrográfica del Ebro no se ha salido de madre en esta inundación porque hace ya años que se desmadró. Hace tiempo apostaron por no mantener los cauces. La CHE es el principal responsable de esta situación y esta política de gestión es la que nos ha llevado a inundarnos cada pocos años y con riadas históricas. El resultado de su trabajo es que con menos caudal nos inundamos más. Entre el conjunto de excusas para justificar su inacción están las ya descritas como la ineficacia de los trabajos para mantener los cauces. Este organismo lleva años realizando obras de retranqueo de motas, ha realizado zonas de inundabilidad, ha realizado plantaciones y actuaciones que a la vista de los resultados no han tenido eficacia. También nos inundan de informes y proyectos en donde la palabra “resiliencia” puede aparecer dos o tres veces por párrafo. No tienen ninguna consideración a personas y entidades implicadas. Y para colmo, su sistema de previsión y medición SAIH ha fallado a lo largo de la riada. Nos gustaría que hubiese una revisión en esta política. Dicen que rectificar es de sabios, pero desgraciadamente hasta ahora la CHE no ha mostrado intención de alcanzar la sabiduría.

A UAGN y a la mayoría de los afectados que vemos con preocupación cómo se encuentran los cauces, nos encantaría haber estados equivocados. Sólo buscamos la mejor gestión posible y vemos como las consecuencias de no mantener los cauces están siendo desastrosas.

A corto plazo, lo que nos gustaría es que la declaración de zona catastrófica se concrete en medidas urgentes. Las defensas están rotas y estamos al inicio del invierno por lo que urge repararlas lo antes posible. Mientras no se reparen, estamos expuestos a cualquier pequeña crecida. Hay muchas personas afectadas y la letra pequeña de los seguros agrarios no siempre cubre estos daños. Por eso, el consejero aragonés Olona garantiza “llegar donde Agroseguro no llegue”. Deberíamos tomar ejemplo. Y a largo plazo, un mantenimiento del cauce nos ayudará a que las inundaciones tengan una frecuencia e intensidad menores.

Nos gusta decir que los ríos se deben mantener en verano para evitar las inundaciones de invierno y los bosques deben mantenerse en invierno para evitar los incendios de verano. Si se cuidan los cauces, la próxima vez que el río se salga de madre, puede que hayan pasado muchos años y las hectáreas afectadas sean muchas menos.

No olvidemos que los principales perjudicados y los que soportamos las continuas perdidas de nuestras cosechas y de nuestro patrimonio somos los agricultores y ganaderos.

David Navarro, agricultor de Tudela y vocal de la Junta Permanente de UAGN