Entrevista: sobre UAGN
18/09/2025
Entrevista: sobre UAGN
18/09/2025

El agro al frente, cuando el campo se convierte en cortafuegos

En pueblos como Añorbe, el campo se organizaba, de forma espontánea, con sus propios medios para contener las llamas, incluso a costa de sus cosechas.

Los incendios forestales que cada verano amenazan Navarra no solo ponen a prueba la capacidad de los servicios de emergencia. También despiertan, en pueblos como Añorbe, un movimiento espontáneo en el que el agro se convierte en bomberos o bomberas de forma improvisada. Con tractores, cubas de agua, chiseles y, sobre todo, con el conocimiento íntimo del terreno, hombres y mujeres del campo arriesgan su tiempo, sus recursos y hasta sus cosechas para frenar las llamas.

         José Manuel Urricelqui, agricultor y gerente de la bodega Nekeas, recuerda perfectamente aquel día de agosto de 2025: “Vi el humo desde Añorbe y cogí el tractor con un carro de agua para intentar ayudar. No lo piensas, simplemente vas. El peligro de que se quemen viñas u olivares es mayor, y de hecho alguna finca de la bodega se dañó”. A sus 62 años, acumula muchas experiencias de este tipo: “Antes, cuando éramos jóvenes, iba todo el pueblo a apagar los incendios. Ahora hay más medios, pero menos manos. La gente ya no se dedica al campo”.

         La misma sensación de urgencia describe Ignacio Yoldi, agricultor del municipio: “Al principio quieres pensar que los bomberos apagarán, pero cuando ves que el fuego gana volumen sientes la obligación de dejar lo que estés haciendo e ir a ayudar. Vas con lo que tienes: un chisel, una cuba de agua pequeña, el tractor… cada quien aporta lo que puede”. Trae de la memoria una situación concreta que refleja la eficacia de esa acción: “En un momento, el fuego estaba subiendo al monte y, gracias a que trabajamos sobre las fincas y abrimos cortafuegos, conseguimos frenarlo antes de que llegara a la masa forestal más densa”. En su caso, el recuerdo de grandes incendios como los de 2022 todavía le genera rabia: “Cuando el fuego coge masa forestal es imposible pararlo. Y piensas en lo que podría haberse hecho antes: ensanchar caminos, abrir cortafuegos en invierno…”.

El agro como cortafuegos natural
         Ambos coinciden en que el papel del campo trabajado es crucial frente al fuego. Una finca cosechada y empacada se convierte en barrera natural: “Con el tractor y el chisel se puede abrir un cortafuegos rápido, mucho más que si el terreno está sin cosechar”, señala Urricelqui. Para Yoldi, la conclusión es clara: “La actividad agraria es una herramienta clave para frenar la propagación. Si se contara más con el agro durante todo el año, no solo cuando hay incendios, estaríamos mejor preparados y preparadas”. Félix Bariáin, presidente de UAGN, incide en la misma idea: “La actividad agraria tiene que entenderse como una labor de prevención profesional. Un campo trabajado, un rastrojo picado o un barbecho limpio actúan como cortafuegos naturales. Si estas medidas se apoyaran desde las administraciones durante todo el año, no solo cuando hay emergencia, los pueblos estarían mucho mejor protegidos”.

         Además de la maquinaria, los y las profesionales del campo aportan algo aún más valioso: el conocimiento del territorio. “Quien trabaja el campo sabe por dónde se puede entrar, dónde hay agua, qué accesos existen. A veces incluso mejor que los y las bomberos y bomberas, que llegan desde fuera y no conocen cada camino”, subraya Urricelqui.

El agro luchando contra el fuego, durante el incendio de Añorbe, a principios de agosto de 2025.

Las llamas asolando Añorbe, a principios de agosto de 2025.

Solidaridad y desamparo
         El compromiso del sector va mucho más allá del interés individual. “No se hace porque se queme tu finca, sino por beneficio común. Salvamos zonas enteras y eso te motiva”, explica Yoldi. Para los pueblos, ver a las personas al frente genera seguridad y orgullo. “La gente se identifica con que haya personas que se dedican al campo, con medios capaces de ayudar”, añade Urricelqui. Ese compromiso implica incluso jugarse la maquinaria sin protección alguna. “Los seguros no cubren un tractor si se quema en un incendio, porque no se considera actividad agrícola”, detalla Yoldi. “Eso significa que cuando sales con tu tractor y tu apero lo haces bajo tu responsabilidad: si se estropea o se quema, lo pierdes. Aun así, vas, porque no piensas en ti, sino en parar el fuego”.

         En este sentido, Félix Bariáin añade una reflexión sobre la gestión de las autoridades competentes: “En esos momentos, se prohibió la actividad agrícola. En otras palabras: se nos ha demonizado frente a la sociedad, parece que somos parte del problema, de los incendios, cuando de hecho somos parte de la solución. Gobierno de Navarra imposibilitó labores agrarias que podrían ayudar a contener el fuego, echando indirectamente la culpa al campo. A día de hoy no hay una maquinaria tan rápida y precisa como la maquinaria agrícola, que actúa en el minuto uno, porque ya se encuentra en el pueblo”.

         Pero ese esfuerzo no siempre recibe el reconocimiento que merece. Ambos entrevistados coinciden en criticar la falta de medios iniciales y la tardanza en movilizar refuerzos desde otras comunidades. “Cuanto antes se ataque un incendio, mejor. Si se deja coger fuerza, es mucho más difícil de apagar y se pierden hectáreas innecesariamente”, lamenta el bodeguero. También reclaman una mejor coordinación: brigadas locales formadas voluntarios del sector a quienes se les pueda llamar de inmediato y actuar en conexión directa con bomberos o bomberas y autoridades.

         Bariáin subraya que la creación de brigadas mixtas sería una solución viable: “En el minuto uno los agricultores salen con sus tractores y cubas. Lo que hace falta es que esa respuesta espontánea esté reconocida y coordinada con los bomberos. Si hubiera un protocolo claro, se ganaría eficacia y también seguridad”.

         El presidente de UAGN recuerda también que la tecnología debería ser aliada: ‘Si una cosechadora de cientos de miles de euros no incorpora un sistema básico contra incendios, es que algo falla. La innovación también tiene que ponerse al servicio de la prevención’.”

Más allá del verano
         Los incendios son también un espejo del abandono del medio rural. Menos ganadería extensiva significa montes más sucios y más propensos a arder. “Antes el ganado limpiaba el monte. Hoy eso es complicado y sin ganadería extensiva mantener el monte limpio es casi imposible”, recuerda Urricelqui. El presidente de UAGN es tajante: “El principal problema hoy es que no hay ganado en el monte. Antes, con miles de ovejas pastando y los cortafuegos mantenidos, era mucho más difícil que un incendio se propagara. Ahora, las trabas medioambientales hacen que se deje crecer la vegetación sin control, y eso multiplica el riesgo”.

         La reivindicación del sector es clara: que se escuche más a quienes trabajan la tierra durante todo el año. “Durante el año se nos ponen muchas trabas, pero cuando hay incendios se acuerdan de nosotros y nosotras. Deberían tenernos más en cuenta, no solo en los momentos de apuro”, reclama Yoldi.

Un compromiso grabado en la memoria
         Ambos agricultores coinciden en que lo que debería quedar grabado en la memoria colectiva es el papel del agro como guardián del territorio. “El campo cultivado y habitado es esencial. Sin agricultores, todo sería maleza y los incendios serían peores”, dice Urricelqui. “El agro está ahí siempre que se necesita, y no solo por el campo, sino por beneficio de todas y todos”, remata Yoldi. Para Bariáin, la clave está en escuchar al campo no solo como aliado en la emergencia, sino como socio en la planificación: “Hay que pasar de improvisar a planificar. Hablamos de balsas de agua estratégicas, de maquinaria adaptada con sistemas de detección, de integrar la ganadería en la gestión forestal. Todo eso existe y es viable. Lo que falta es voluntad política para que quien se dedica al campo tenga el papel que le corresponde como guardián del territorio”.

Restos del incendio en Añorbe, a finales de agosto de 2025.

         El agro navarro no solo produce alimentos: protege paisajes, salva pueblos y se convierte en aliado indispensable contra los incendios. Su compromiso, forjado en generaciones que aprendieron desde muy jóvenes a correr al sonido de las campanas cuando había fuego, sigue vivo hoy. Un cortafuegos humano que Navarra -y el país entero- no puede permitirse perder.