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espeltaLa mínima rentabilidad de los cereales, dados los bajísimos precios, está propiciando que muchos agricultores se interesen por nuevas alternativas de cultivo que ofrezcan mayor margen comercial o una reducción de los costos de producción. Entre los cereales alternativos albergados bajo el manto Ceres, la mitológica diosa romana de la agricultura, destacan la espelta el mijo y el sorgo.

            Son los tres cultivos que la mayoría de los expertos destacan como alternativas factibles a los cereales tradicionales dada sus rusticidad y adaptación a diferentes climas y suelos; la adaptabilidad para su cultivo de la maquinaria utilizada para el cereal; y el auge de su demanda por efecto de sus cualidades nutricionales y los nuevos hábitos alimentarios.

            Cada vez más, muchos consumidores buscan una gran diversidad de productos para complementar una dieta diferente, con productos germinados, panes de muy diferente composición…; y en esa novedosa demanda pueden encuadrarse estos cultivos alternativos a los cereales tradicionales.

            La espelta es una variedad de trigo que en los últimos tiempos se está popularizando debido a las grandes cualidades nutricionales que modernamente le asignan los nutriólogos, detectándose un fuerte incremento de una demanda que todo hacer prever irá en aumento en los próximos años. Respecto al trigo común, la espelta presenta mayor nivel de proteínas, minerales, vitaminas, oligoelementos y, según la mayoría de expertos, es más digestiva.

En la actualidad, en los mercados estatales el precio de la espelta se sitúa entre un 15-20% por encima del trigo normal, si bien es cierto que los agrónomos sitúan su techo de producción en el límite de los 5.000 kilos por hectárea en regadío. La espelta para semilla ronda los 300 €/tonelada pero no hay que obviar que la semilla de siembra también es mucho más cara que la del cereal tradicional.

Un atractivo indiscutible de la espelta es que se trata de un cultivo muy rústico y adaptable a tierras poco fértiles; sus exigencias climáticas difieren en muy poco con el trigo pero es capaz de soportar temperaturas más extremas. Además, dado que su grano está envuelto en un salvado muy difícil de descarrilar, le confiere una protección natural contra plagas e insectos. Su mayor resistencia a las plagas y a otras enfermedades implica un menor empleo de fitosanitarios y, lógicamente, un menor gasto de producción.

El sorgo es un grano con una demanda en claro auge ya que es un cereal que no contiene gluten y, por ello, las harinas que del él se obtienen son aptas apta para elaborar alimentos para celíacos.

La ventajas esenciales de su cultivo son que al ser su ciclo vegetativo muy corto –se siembra en mayo y se cosecha en septiembre- con cualquier herbicida barato se pueden controlar las malas hierbas y dada el escaso periodo de implantación en la tierra es prácticamente una barbecho; una buenísima rotación.

También ha y que destacar la gran cantidad de materia orgánica que deje en el terreno tras su recolección. Estiman los técnicos que, tras la cosecha, el rastrojo que queda en el terreno aporta casi el 50% de los nutrientes que ha necesitado para su desarrollo, por lo que el cultivo que lo reemplace en la campaña siguiente requerirá menos aportación de abonos.

Su manejo es muy parecido al del maíz en las labores de preparación de siembra y la maquinaria utilizada es la convencional del cereal y en alguno lugares también se siembra con la sembradora del maíz. Al inicio de su desarrollo el sorgo soporta muy bien las bajas temperaturas pero los fríos al inicio de su floración pueden reducir sensiblemente su rendimiento. Un dato a su favor es que soporta muy bien las altas temperaturas y resiste muy bien largas sequías.

Su producción oscila entre 6.000-7.000 kg/ha y sus costes de producción se sitúan sobre 600 €/ha. sin contar el costo de la semilla que este año se rondaba los 200 €/t.; y la mayoría de las producciones en nuestros país están contratadas antes de la siembra a un precio fijo según calidades.

El mijo es un cultivo milenario adaptado a todo tipo de suelos y climas; muy tolerante a altas temperaturas y fuertes sequías, pero que no tolera las heladas. Necesita tierras sueltas y fértiles, debido a sus raíces poco profundas que requieren nutrientes en las capas superficiales, por lo que no se adapta a terrenos salitrosos.

No es le mijo especialmente sensible a ataques de plagas, aunque sí a la fauna cinegética e infinidad de pájaros cuy grano aprecian tanto como el alpiste y en sus fase madura ocasionan grandes perjuicios en algunas zonas, no solo por lo que comen sino también por lo que expanden desgranado en el suelo.

Además de sus peculiares e interesantes características nutricionales que le conceden opciones frente a los cereales tradicionales, el mijo, al igual que el sorgo, no contiene gluten por lo que es apto para el consumo de los celíacos; muy nutritivo y con alto contenido energético y muy recomendable para los niños y ancianos.

Los técnicos sitúan sus costes de producción muy similares a los del sorgo – unos 600 €/ha sin contar la semilla- y su precio en esta campaña se sitúa sobre los 400 €/tonelada, pero sus producciones no son muy elevadas situándose entre los 3.000-4.000 kg/ha.; otros se sus inconvenientes es que al cosecharlo mucho grano cae al suelo.